
Hoy pienso en aquellos abonados que pagan religiosamente la cuota anual de socio a su club. Muchos no habrán podido acudir al campo porque, como todo hijo de vecino, los lunes trabajan y los martes madrugan para trabajar otra vez. También pienso en los chavales que al día siguiente se levantan pronto para ir al colegio y que tampoco habrán podido ir al campo. O en la afición del Mallorca, que si el partido se hubiera jugado un domingo podría haberse desplazado a las islas afortunadas. En fin, creo que el fútbol es de sus aficionados, no de las televisiones. Y que un campo lleno vale más que uno vacío que aporta buena cuota de pantalla. Pero actualmente el dinero manda, y más en la situación en la que estamos. Sólo espero que de ahora en adelante, antes de tomar una decisión de este tipo, aquellos que dirigen el 'invento' piensen más en los amantes de este deporte. Sin ellos este circo no tiene sentido.
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